Interpretación estratégica de la experiencia
Una buena estrategia no nace de los datos, sino de cómo se interpretan. Esta fase conecta lo que el cliente dice con lo que la empresa necesita resolver. No se trata de buscar más información, sino de traducir lo que ya existe en decisiones claras. Analizamos respuestas, emociones y patrones ocultos para detectar fricción, valor real y oportunidades de fidelización o diferenciación.


Lectura estratégica de respuestas
No analizamos solo qué opinan los clientes, sino qué patrones emocionales, frases clave y conexiones repetidas aparecen. El objetivo es descubrir qué hay detrás de los números: lo que agota, lo que motiva y lo que detona una acción.
Identificación de zonas críticas y momentos clave
Localizamos dónde se genera tensión, expectativa o valor percibido. Estos hallazgos se priorizan según su impacto: frustración, retención o recomendación. El criterio es simple: ¿esto genera retorno o desgaste?
Alineación Interna
Organizamos los datos en fricciones, dolores, motivaciones y propuestas. Con eso definimos qué se atiende primero, qué se mejora después y qué se puede dejar ir. Porque no todo se cambia, pero sí se enfoca.